miércoles, 22 de enero de 2014

El diario de un diplomático español registra el México Independiente

Ángel Calderón de la Barca, primer ministro de España en nuestro país, plasmó en su diario la situación política y la vida cotidiana en la primera mitad del siglo XIX.

El documento tiene como particularidad haber sido escrito en el sistema taquigráfico de aquella centuria.

Los años convulsos de la primera mitad del siglo XIX, cuando un espectro político más complejo que el de liberales y conservadores se disputaba el poder en México, han quedado plasmados en diversas investigaciones, entre las que sobresalen los testimonios de Ángel Calderón de la Barca, primer ministro de España en nuestro país, cuya mirada sobre la situación política y la vida cotidiana del México independiente se desveló en su diario, que tiene como particularidad haber sido escrito, en parte, en un sistema taquigráfico de aquellos años.

Dicho manuscrito permanece resguardado en la Biblioteca DeGolyer de la Universidad Metodista del Sur, en Dallas, Texas, donde fue consultado por el historiador Miguel Soto, quien logró transcribir este volumen para ponerlo al alcance de los lectores en una edición que incluye un estudio introductorio, notas críticas y un epílogo. Su investigación lo hizo acreedor al Premio Francisco Javier Clavijero 2013 de Historia y Etnohistoria, otorgado recientemente por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).


El profesor e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM comentó que el estudio del texto representó un reto considerable, ya que la taquigrafía del siglo XIX no tiene nada que ver con los sistemas actuales.

“Para transcribir el manuscrito, un bibliotecario de la Universidad de Texas en Austin, Adán Benavides, me facilitó varios manuales de taquigrafía de aquella época; el idóneo fue el de Francisco de Paula Martí, así que me pasé seis meses encerrado, sin televisión y aprendiendo taquigrafía. Lo complicado es que más allá de la identificación de los símbolos, había terminaciones que dificultaban entender el sentido de las palabras. Por otra parte, es evidente que don Ángel y su esposa Fanny hablaban entre sí en inglés, por ello su texto contiene anglicismos que resultaron particularmente difíciles de traducir”.

Ángel Calderón de la Barca es identificado comúnmente como “el esposo de Fanny Calderón de la Barca”, famosa por la correspondencia que mantuvo con su familia radicada en Boston, conocida como La vida en México durante la gestión diplomática de su esposo (1840-41).

El ministro describió en su diario la situación política no sólo de México sino de España también, y aún sin proponérselo ofreció una visión paralela de ambos países. “Calderón de la Barca era un representante de los intereses de su país, pero manifestó una sensibilidad particular hacia lo americano, en razón de su origen argentino. Esta condición le permitió familiarizarse con los políticos mexicanos a quienes llamaba “paisanos”.

Hijo de españoles, pero nacido en Buenos Aires en 1790, el diplomático plasmó en su diario la difícil situación por la que atravesaba su país con motivo de la sucesión al trono. “Era una etapa de gran inestabilidad en la que los monarcas servían prácticamente de decoración, porque los militares eran los que realmente se disputaban el poder, de la misma manera que ocurría en México”.

A esto se debió que su nombramiento haya durado apenas un año, aunque permaneció aquí varios meses más mientras llegaba su reemplazo. En este breve lapso, España seguía manifestando sus aspiraciones de recuperar México, pero Ángel Calderón de la Barca tuvo una percepción muy aguda de que si alguien podría establecer una monarquía en nuestro territorio sería Francia, al tiempo que vislumbraba los afanes de intervención estadounidense.

Tanto él como su esposa eran académicos muy dados a la lectura y conocedores de diversos idiomas. En su diario aparecen transcripciones en alemán, latín, francés e inglés. Había toda una gama de perspectivas sobre México y a ambos les sucedió algo similar: primero, un rechazo muy fuerte hacia lo exótico y distinto, desde la comida, el ambiente, el trato de las personas; sin embargo, luego se generó un proceso de asimilación y de integración en donde los dos acabaron siendo conquistados.

“En el caso de doña Fanny es muy claro con las corridas de toros y el pulque, pues tras el rechazo inicial, en sus cartas reveló su preocupación por lo que iba a hacer sin esta bebida cuando se fuera de México. Con el paso de los años ella se convirtió al catolicismo, luego de conocer la cultura latina católica e hispana a través de nuestra nación”.

Miguel Soto señaló que al revisar la correspondencia de la señora Fanny, encontró que varios de sus juicios procedían de textos como los de Lorenzo de Zavala, José María Gutiérrez de Estrada e incluso de Alexander von Humboldt, “aunque no los citó. La descripción que hizo, por ejemplo, de los léperos en México, es muy similar a la de Lady Morgan sobre los lazzaroni en Nápoles”.

Ángel Calderón de la Barca también sostuvo buena relación con personajes del ámbito académico mexicano, entre ellos Lucas Alamán, Manuel Eduardo de Gorostiza y el Conde de la Cortina. “Fue un contacto muy interesante y durante su gestión diplomática colaboró en la fundación del Ateneo Mexicano”. Además, gracias a un obsequio de William Prescott, los Calderón fueron de los primeros introductores del daguerrotipo en nuestro país.


El libro, publicado en coedición con la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Universidad Metodista del Sur de Dallas, “es un material que ilumina los años inmediatos anteriores a la guerra entre México y Estados Unidos. Además, muestra las similitudes de nuestro país y España en ese proceso complicado de transición hacia un orden más democrático y secular, en el caso nacional con instituciones republicanas”.