jueves, 6 de marzo de 2014

Luis Villoro; un hombre de ideas y convicciones

Obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1986, uno de sus libros más difundidos es Creer, saber, conocer

Hijo de padres mexicanos, nacido en Barcelona, España, Luis Villoro cursó la carrera de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México; realizó estudios de posgrado en la Universidad de La Sorbona, en París, y en la Ludwiguniversität de Munich, República Federal Alemana. 

Obtuvo con honores la maestría en filosofía (1949) y el doctorado en filosofía (1963), en la misma UNAM. Su tesis fue Los grandes momentos del indigenismo en México, publicada años después por el Fondo de Cultura Económica.

La obra de Luis Villoro se ocupa de temas que van desde la historia y la política, pasando por el indigenismo y el problema de “el otro”, o “la otredad”, la ética, hasta el estudio del lenguaje y los conceptos tales como verdad, ideología, justicia y libertad. Sus trabajos están orientados a buscar respuestas para que el hombre intente comprenderse mejor y buscar la libertad.

En el Prólogo de creer, saber, conocer, Luis Villoro expone sus preocupaciones filosóficas: “Estudiar las relaciones entre el pensamiento y las formas de dominación… [esto es, aclarar] cómo opera la razón humana, al través de la historia, para reiterar situaciones de dominio o, por el contrario, para liberarnos de nuestras sujeciones”.

En su discurso de ingreso al Colegio Nacional, titulado Filosofía y dominación”, Luis Villoro responde a la cuestión: ¿Para qué la filosofía?: “La integración social requiere de un pensamiento reiterativo que nos ocupe. En las sociedades actuales, el pensamiento reiterativo opera como instrumento de dominación. La sociedad dominada se rigidiza en un sistema enajenante: los productos de la razón dominan a su productor. Todo progreso, toda liberación implica ruptura. La actividad filosófica es el tábano de la conformidad ideológica. Impide la tranquila complacencia en las creencias aceptadas, reniega de la satisfacción de sí mismo en las convicciones reiteradas. Con ello, da testimonio perpetuo de la posibilidad de liberación de la razón.”

En su ensayo incluido en el libro Historia ¿para qué? (Siglo XXI), donde publican también autores como Guillermo Bonfil Batalla, Villoro señaló que la historia es un acontecer, un tipo particular de acontecer, porque donde no hay suceder no hay historia, no hay acontecimiento aislado. Para volverse historia los acontecimientos deben ante todo estar relacionados entre sí, formar una cadena, un continuo flujo, porque todo acontecimiento está ligado a otro (los que lo generaron y los que él produce). Además, para ser, la historia tiene que estar relacionada con alguien a quien le acontezca.

Luis Villoro Toranzo recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Ciencias Sociales, Historia y Filosofía (1986), perteneció al Grupo Hiperión, dedicado al estudio del ser del mexicano. Fue embajador y delegado permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París (1983-1987); ingresó al Colegio Nacional el 14 de noviembre de 1978.

Fue secretario de la Rectoría de la UNAM (1961-1962) y después desempeñó diversos cargos en la UAM y en la Escuela Normal de Maestros; tuvo a su responsabilidad la dirección de la revista Universidad de México y fue fundador y coeditor de Crítica, Revista Hispanoamericana de Filosofía.

Publicó en México numerosos artículos sobre filosofía e historia intelectual; entre sus libros más destacados se encuentran Creer, saber, conocer (Siglo XXI, 1982); El concepto de ideología y otros ensayos (FCE, 1985); El pensamiento moderno: filosofía del Renacimiento (FCE-El Colegio Nacional, 1992); En México, entre libros: pensadores mexicanos del siglo XX (FCE, 1994); El poder y el valor. Fundamentos de una ética política (FCE-El Colegio Nacional); Estado plural, pluralidad de culturas (Paidós, 1998), y De la libertad a la comunidad (ITESM-Ariel, 2001).

También fue reconocido, entre otros, con los premios Universidad Nacional en Investigación en Humanidades (1989) y Juchimán de Plata en Ciencia y Tecnología (1999). En 1989 fue nombrado investigador emérito del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. Asimismo, fue presidente de la Asociación Filosófica de México (1980-1981).